viernes, 22 de febrero de 2008

Prólogo a la primera entrega

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Presento tres poemas en desorden y a destiempo que me enfrentaron como antílopes una vez exudados de mi cuerpo. El primero que publiqué, que tal vez ustedes lean último por cuestiones de burocracia tecnológica, se titula "La Espera" y es la etapa de transición (que afortunadamente duró poco) entre "I" y "Aún no se resigna (cree que no es, prefiere no serlo)". Me costó trabajo decidirme a hacer público un poema tan autobiográfico que, a su vez, encarna un estilo impropio. Pero sabrán ustedes perdonar mis confusiones de escritor joven y si realizan una lectura aguda tal vez hasta descubran que detrás de esa forma obtusa se enraiza un sentimiento noble.
El caso de
"I" es muy otro. Tal vez merezca su lugar en este blog por cuestión de respeto a los mayores. No recuerdo haber leído dentro de mi exigua carrera, poema más antiguo que me hiciera frente, como anteriormente dije, a modo de antílope.
Hoy podría decir que me acerco a un estilo original, o que al menos siento propio. Tras hojas abolladas junto al cesto de basura me he ido negando desde una perspectiva dialectica y
"Aún no se resigna (cree que no es, prefiere no serlo)" es prueba inapelable de ello.

Constancio

Aún no se resigna (cree que no es, prefiere no serlo)

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Eterna búsqueda del devenir constante
el que ya viene sin que lo busque,
que igual busco.
Discordia entre una cocina húmeda y una vida de umbrales a lo sobrehumano /
¿Qué hacer?
A veces quisiera una sonrisa y una esposa
otras, conforme a lo vivido y con ello, reafirmo mi parquedad de hierro helado. /
De otro modo el arte que es hoy no sería
mis pecados, mis escritos, mi sueño cambiado
habría abandonado hace tiempo los instrumentos en sus fundas
tal vez sería el padre exigente e inalcanzable que siempre quise
cortaría con gusto la leña, cazaría venados y ciervos
me daría igualmente el gusto de la barba.
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Pero el cielo se cierne ante el presente que abre paso entre espesura, /
desemboco en un campo sembrado con maíz y alpiste
a distancia es muy bello, ¡Cómo quisiera esa finca!
Las faenas labriegas, la gramínea en el rancho juntando olor a oveja. /
Bello es pensarlo como una imagen más en un fárrago de hipotéticas vidas /
escribir cada una, ser gigante, rey o gema robada
ser todas al mismo tiempo sin dejar ninguna.
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Ser algo me aburre, me niego a entrar, terminaría siendo pesadilla.
Prefiero la anónima distancia que bostezar al concentrarme en lo mío /
jugar a ser otro cada día, siempre jugar,
inventar otra historia cada vez que lo pienso
me aterroriza pensarlo.
Por eso es que hoy soy tripulante de un barco de carga
ayer fui conserje de hotel.
Soy ladrón de vidas ajenas, un pasatiempo sano con utilidad narcótica. /
No lo pienso, no lo pienso, la-la-la-la-la-la-la-la
No estoy dentro, no estoy dentro la-la-la-la-la-la-la-la-la-la-la-la.

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(Al rato)
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… Ya se ha ido
volveré al presente continuo.
¿Qué importa qué hice ayer?
Dudo hasta de ser lo mismo
Los patrones (mi inconciente se empeña en decir pantalones) son relaciones racionales establecidas por mentes débiles que se fían de una razón arbitrariamente forjada./
Vuelvo al hierro helado
hielo seco
esta tarde seré un pez de ojos saltones en la cámara frigorífica de un barco.
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....................................................................................................................... Constancio

I

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Cuán lejos debo estar
de la cercana lluvia
de la delgada legua
ni pensar de los otros cuerpos
del llanto que nos suda
el sudor que nos divide.
Lejos del cuerpo enajenado
del propio paso que camino
del extraño espejo que nos llora en el rostro
y que nos mira.
Somos dos y estoy más poca
mi sola existencia que era menos
mi cuerpo, no mi cuerpo, un cuerpo
tampoco él me pertenece.
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(Silencio de blanca)
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Qué solitario es el final
de triste madrugada
y cuán solitaria madrugada
es la del triste final.

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............................Constancio

La espera

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Tras alguna puerta estarás…

..........................leyéndome

.................y leyéndote.

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Volví sobre mi hombro bajo, ya no estabas.
Sólo una columna opaca de yeso,
una farola de metales humeantes
y baldosas olvidadas de tu silueta oblonga.

Las caricias suplicantes de tu rostro se extinguieron
callaron los inflados besos resonantes
no más sudor de manos entreveradas.

Ahora escatimo mi paso como foca
te alucina mi inconciencia en las vidrieras
la vaga noche destiñe y oculta tu cuerpo crisantemo,
la sórdida y sobrenombrada noche.

Me preocupa no descubrirte nueva en un pretil de puente
o no toparme jamás con la casualidad pretendida
de inundarme de espasmos y de miedo
junto a ti en un museo, aún deseando que pase.

El silbido de los ciclistas me aturde
me asemejo más a un notario o un burócrata
que no silbará en la vida hasta tenerte.


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