lunes, 30 de marzo de 2009

La manzana maldita (o "La estructura de un laberinto")

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Oí un poema que encendió mi pluma.
Así escribo, secundando a gigantes
agregando capas de arcilla a una estructura vetusta
No soy el único
el pecado original más bien era eso
la condena a reproducir una cultura nefasta
pero grandiosa.

Los escalones no soportan cualquier peso
así nace un gigante
cuando el peso de su ego desmorona un escalón
nace el arte
muere la reproducción.

A veces es mera cuestión de impostar la voz y creerse bueno
conectar la sintonía de quien hay dentro de este envase vergonzoso
y permitirse ser.
Debo aclarar nomás por resultar creíble,
que no me he permitido aún ser escritor
pero voy trazando un camino y ya la música me sonríe de vez en vez
acordes apócrifos.

Haré un intento.
Ahora. Ya mismo.
Mis figuraciones intracerebrales se alzarán al cielo y seré un poderoso mafioso de la lengua,/
no será virtud sino apriete
amasaré un poder en mis manos rebasantes de energía como una central atómica/
responderé sin que pregunten cuanto quiera contestar
gritaré sin preludios cuando el aburrimiento me embote
celebraré entre sexo y caricias tenerte conmigo
vislumbraré cada recóndito lugar de nuestro futuro incierto
y seré padre, señor, abogado, pintor, músico, trapecista
desmembraré cada una de esas ideas
en burbujas con mundos diminutos
las guardaré bajo la almohada y soñaré con ello
abrigaré tu piel desnuda y de gallina
renaceré cada mañana en un bostezo distinto
y quizá el tiempo me regale una misión,
algún sentido me encontrará a mí
ya he desistido en buscarlos.
Seguiré siendo
del musgo y las rocas
de la sombra de un sauce.
De mi camino todas son preguntas
en eso consiste mi grandeza.

Por lo pronto como más, engordo con porquerías envasadas en plástico/
la comida grasosa me da arcadas
igual la como
para aumentar de peso.
Seré tan gordo, tanto,
hasta desmoronar los escalones y peldaños
como una ballena en la ciudad
torpe, llamativa e inútil
no me pidan que haga más que servir para ser contemplado
hoy soy todo arte para ustedes.
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sábado, 14 de marzo de 2009

(Sin título)

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Cuán poesía estoy harto
encajonado en montañas de hiedra
en bibliotecas de silla,
a lo Gauidí escalan libros,
vidas y vidas han muerto,
atiborrando por hora
nuevos esqueletos.

Resigno impotente mi musa,
sentándome al piano a callarme,
a levantarme de nuevo.
Es que he apilado tanto,
que ni en mañas ni bruxismos
ni en confusas melodías
no hay elixires ahora ante gigantes de piedra.

Una vez más impotente en un todo de anhelos
hasta muerto creyendo que por siempre fue poco
que cada implacable intento pudo jamás ser obra.
Y uno a uno llorando aciagos poemas laqueados
me los fui llorando, ¡Necio!, en secreto egoísta.
Reverbera en mi nicho el mudo aleteo de cuervos
y sales opacas silencian mis mejores poemas.
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