lunes, 8 de diciembre de 2008

Estaba tocando el piano y caí en la cuenta de lo desdichado que era. Me vi cacheteando frustraciones con los dedos y se me erizó el reverso de la piel. Padeciendo dolores inventados en un siglo de imposibilidades. Perdiendo las ideas que a diario me imagino, por alguna irresponsabilidad de la fortuna. Somos muchos los insectos atrapados en el esputo arácnido. La peste freudiana al servicio del amo. Hoy decidieron los hombres de smoking que no tengo razón. Pues hoy no la tengo, ni que sostenga que el sol es amarillo o que la lluvia no moja. Esta tarde, el mundo calla y conspira con el rabillo del ojo.
Sé que no obstante lo busque, no lo tiene. Que ni la música, ni las letras, ni el oro. Pero la música, las letras y el oro.
Acaba de ocurrírseme una fórmula artística:
- (oro) = imposibilidad (IDEAS)
Donde las imposibilidad es una constante cero que anula las ideas.
Es difícil para un pobre impostar la voz, pero es su única posibilidad la de la mentira.
Nuestro siglo nos hizo a todos miserables, sólo "triunfan" los mentirosos. Duele describirlo, porque la mente evoca las sensaciones vinculadas con su captación tan trágica. Lloran las fieras en un bramido oceánico. Gritan las mujeres orgasmos de bruja. Ríen los borrachos llevando vasos a la boca, al momento de sellar el pacto, se desarticula la mirada, tuercen la boca del disgusto y en el fondo de sus lágrimas se puede percibir que no es tristeza. Es terror, el de haberlo visto todo reflejado en la bebida.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Hay escritos que se abren a la posibilidad de ser "completados" por el lector, ya desde una sola palabra, ya desde una frase interminable, cuyo sentido se descifra sólo en la relación. Y hay otros textos, como éste en particular que, leído ajeno a todo comentario que de hecho has hecho, no precisa conclusión por lo externo. Si en su cierre ante la receción, pero no en el enriquecimiento de letras que no le son propias. Me parece algo magnífico de lograr, ya que implica que el autor, en su lugar de demiurgo de su propia historia, de su propia identidad como tal, es capaz de Ser, con la completud que la mayúscula implica (más allá del hecho de la incompletud eterna a la que nos vemos expuestos).
Agradezco haberte perdido el rastro, para recuperarte a esta altura, ya que disfruto de lo que escribis. Pero te exijo que actualices más seguido. Tus fanáticas se aburren en la espera.
Un Beso!

Belén

Carolin dijo...

wow, esto me pareció realmente increíble.

A citizen of the world dijo...

tenes que escribir mas...