sábado, 14 de marzo de 2009

(Sin título)

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Cuán poesía estoy harto
encajonado en montañas de hiedra
en bibliotecas de silla,
a lo Gauidí escalan libros,
vidas y vidas han muerto,
atiborrando por hora
nuevos esqueletos.

Resigno impotente mi musa,
sentándome al piano a callarme,
a levantarme de nuevo.
Es que he apilado tanto,
que ni en mañas ni bruxismos
ni en confusas melodías
no hay elixires ahora ante gigantes de piedra.

Una vez más impotente en un todo de anhelos
hasta muerto creyendo que por siempre fue poco
que cada implacable intento pudo jamás ser obra.
Y uno a uno llorando aciagos poemas laqueados
me los fui llorando, ¡Necio!, en secreto egoísta.
Reverbera en mi nicho el mudo aleteo de cuervos
y sales opacas silencian mis mejores poemas.
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1 comentario:

Unknown dijo...

Bello. Tanto como sólo tu empleo único de las palabras logra. He de admitir que es tu poesía tan tuya la que me gusta.