sábado, 1 de marzo de 2008

(Sin título)

.
.
.
Se frotaba contra la tela como un gato en las piernas de su dueño y el masaje circular sobre la ropa emitía el mismo sonido que el rozar del lápiz el papel. Desperezado, ya despierto, capturaba las más imperceptibles sensaciones. Un micrófono-transductor de caricias húmedas en hedoneo-impulsos eléctricos, una madre que escucha, o un pararrayos con su rayo.
La urdimbre tiranteada y su explícita presencia vaticinaban el anejo desenlace. Con la decisión de quien revolea sus cabellos al quitarse un sombrero, desbordó la teta el corpiño hamacándose hasta el cansancio con el pezón en lo alto, firme como un obelisco.

No hay comentarios: